Responsabilidad civil extracontractual: todo lo que debes saber para poder reclamar tu indemnización

La responsabilidad civil supone la obligación de reparar un daño causado a otra persona, ya sea por acción u omisión. Su finalidad es compensar a la víctima y situarla, en la medida de lo posible, en una posición equivalente a la que tenía antes del hecho dañoso, normalmente mediante el pago de una indemnización económica.
- Tipos de responsabilidad civil en función de su origen
- Responsabilidad contractual: Es la responsabilidad que nace de un incumplimiento de un contrato previamente existente. Es decir, surge del daño que provoca una parte a otra cuando incumple un contrato. Ej: Impago de rentas, no entrega de material comprado, o su entrega fuera de plazo, etc.
- Responsabilidad extracontractual: Surge de un acto ilícito o negligente que causa un daño a un tercero, sin que exista ningún vínculo contractual previo. Ej: accidente de circulación, caída en un supermercado, etc.
- Plazo para reclamar: El plazo para poder reclamar la responsabilidad civil extracontractual será de 1 año desde el accidente o hecho causante del daño, salvo que del mismo hayan resultado daños personales y/o secuelas, o cualesquiera otros a cuya valoración o cuantificación no pueda procederse en el momento. En ese caso, el plazo comenzará en el momento de estabilización de las mismas, es decir, cuando el proceso de curación ha finalizado, o no es susceptible de poder mejorar en el futuro, puesto que, hasta ese momento, no podrá el perjudicado cuantificar la indemnización total que le corresponde.
Importante: En caso de que el plazo esté cercano a finalizar, es importante enviar una reclamación extrajudicial que nos permita reiniciar el plazo de reclamación, y con ello, ganar otro año más para presentar la demanda judicial.
- Requisitos legales para que concurra responsabilidad civil extracontractual: Para exigir este tipo de responsabilidad civil, es necesario que concurran los siguientes requisitos legales:
- Daño efectivo: es imprescindible que se haya producido un perjuicio real y verificable, ya sea físico, material o moral.
- Culpa o negligencia: debe constatarse que hubo una falta de cuidado, atención o diligencia exigida, que puede calificarse como grave, leve o muy leve.
- Nexo causal: es necesario que exista una relación directa entre la conducta y el daño producido.
- Sujetos responsables:
El responsable del daño, y, por tanto, obligado al pago de la indemnización que resulte, será siempre el causante del mismo, es decir, el autor del acto dañoso, o titular del bien que provocó el daño.
No obstante, casi en la totalidad de los supuestos, además, podrá reclamarse a la compañía aseguradora del autor o responsable directo, lo que aumenta considerablemente las expectativas de cobro, limitando proporcionalmente el riesgo de insolvencia del obligado principal o responsable principal del daño.
- ¿Qué conceptos pueden reclamarse?
La indemnización puede abarcar todos los perjuicios derivados del hecho dañoso, siempre que estén debidamente acreditados. Entre ellos se encuentran:
- Gastos sanitarios y de recuperación: incluyen todo tratamiento médico, medicación, pruebas diagnósticas, ortopedia, rehabilitación y otros medios necesarios acreditados por informe facultativo.
- Gastos de desplazamiento: Pueden reclamarse los costes de transporte derivados de acudir a consultas, rehabilitación u otros servicios médicos, siempre que se justifiquen y estén relacionados con el daño.
- Daños materiales: Comprenden los bienes dañados por el incidente: ropa, dispositivos electrónicos, vehículos, etc. Es necesario probar su existencia y valor, mediante facturas, presupuestos, testigos o medios de prueba equivalentes.
- Lucro cesante: Se refiere a la pérdida real de ingresos como consecuencia del daño sufrido, la cual debe acreditarse mediante documentación que demuestre la pérdida económica real y efectiva, y no una mera expectativa de ganancia.
- Daño moral: Comprende el menoscabo emocional o dolor sufrido por la víctima, valorado por la gravedad, tiempo de recuperación y posibles secuelas
- ¿Cuándo puede reclamarse la responsabilidad civil?
Existen numerosos supuestos en los que una persona puede reclamar indemnización por los daños sufridos. Algunos de los supuestos más comunes son, a modo de ejemplo:
- Accidentes de tráfico: La persona que provoca un siniestro vial está obligada a compensar tanto los daños físicos como los perjuicios materiales ocasionados a terceros. Esto incluye, por ejemplo, los costes médicos, la rehabilitación, la reparación del vehículo o la sustitución de objetos dañados.
- Accidentes en lugares públicos: Si alguien sufre una lesión debido a condiciones inseguras en un comercio, restaurante, supermercado o cualquier espacio público, el titular del local puede estar obligado a reparar el daño. Ejemplos frecuentes son caídas por suelos resbaladizos, mobiliario defectuoso, escaleras sin protección adecuada o señalización insuficiente.
- Daños en Inmuebles: Un propietario o inquilino puede ser responsable de los daños que su inmueble cause a terceros. Casos típicos son las humedades o filtraciones que perjudican al piso contiguo, desprendimientos de fachadas, roturas por obras mal ejecutadas o instalaciones defectuosas que ocasionan perjuicios.
- Negligencia médica: Si un profesional sanitario actúa de forma imprudente o contraria a los estándares médicos, y ello causa un perjuicio al paciente, surge la obligación de indemnizar. Esto abarca supuestos como diagnósticos equivocados, tratamientos inadecuados, errores en cirugías o falta de seguimiento clínico.
- Daños causados por animales: El dueño de un animal es responsable de los daños que este provoque, como mordeduras, ataques o deterioro de bienes de terceros.
La responsabilidad civil permite que las víctimas de un daño obtengan reparación económica por perjuicios físicos, materiales o morales. Para ejercer este derecho de forma eficaz, es fundamental conocer con exactitud los tipos de responsabilidad, los sujetos responsables, los plazos de reclamación y los elementos que la sustentan.
Igualmente, conservar todas las facturas, recibos e informes relacionados con los gastos derivados del incidente o sus consecuencias es de vital importancia, ya que sirven para acreditar los daños y garantizar una indemnización completa, lo que es lo mismo, la reparación integral del daño.
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